Harta ya de que las señales no fueran suficiente
Arrancó la postilla y se puso a sangrar.
Todo era rojo;
Las mil y una mañanas sin cuentos;
Las mil y una noches con sueño.
El colgó la peluca y el antifaz,
Dibujó una lágrima con sus entrañas
Y se fué.
Ella se acostó.
Esparció el ungüento sobre la herida
Dejando hacer al tiempo.
El despertó empapado
en soledad de color azul.
Tras los párpados de ella,
Se podían vislumbrar reflejos naranja.
Quique
21.2.08
Momento íntimo
Publicado por
Quique Vázquez
en
12:06
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2 comentarios:
Moi bonito quique!
Tás feito todo un poeta
me gustó, sigue así, quique!
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